TEMAS EN "FELICIDAD DUAL"

En relación a la  homosexualidad

HELLINGER: Los homosexuales son miembros de la familia y como tales deben ser reconocidos y valorados. De lo contrario, se hiere el amor. Este reconocimiento fundamental de la dignidad intrínseca y del valor de toda persona permite mirar las diferencias abiertamente.  

Partiendo de esta base, se presenta un hecho inevitable para las parejas homosexuales: su amor no puede llevarlos a tener hijos. La procreación exige la heterosexualidad, y este hecho no puede ignorarse como si no existiera ni tuviera consecuencias. En cualquier relación de pareja sin hijos la separación significa menos culpa, es decir, se trata de dos personas que sólo se hieren mutuamente. En cambio, si una pareja de padres se separa, este paso tiene consecuencias graves para sus hijos, por lo que se les exige mucha cautela para que sus hijos no sufran por lo que ellos hacen. Esta culpa adicional hace más difícil la separación para los padres, pero, paradójicamente, también sirve de apoyo para su relación. Las parejas sin hijos ¾ entre ellas también las parejas homosexuales ¾ no pueden contar con el apoyo de estas consecuencias para mantenerlos juntos en tiempos de crisis. 

Para parejas homosexuales, al igual que para otras parejas sin hijos, interesadas en una relación duradera y de amor, es especialmente importante tomar decisiones claras y conscientes acerca de los fines e intenciones de sus relaciones. Algunas metas son más probables de llevar a una estabilidad duradera en una relación que otras. El querer evitar la soledad o la sensación de vacío, por ejemplo, no es ninguna meta que pueda apoyar una relación duradera entre iguales.           

Cada persona tiene su propio camino en la vida ¾ una parte se elige, pero la otra simplemente viene dada por la vida misma, sin que pueda elegirse realmente. Esta es la parte difícil de manejar. Las personas homosexuales con las que yo he trabajado, incluso aquellas convencidas de que ellas eligieron libremente su orientación sexual, estaban cogidas en dinámicas sistémicas, experimentando en sus vidas las consecuencias de lo que otros en su sistema hicieron o sufrieron. Estaban cogidos al servicio de su sistema y de niños no pudieron defenderse contra la presión sistémica a la que estaban expuestos. Por tanto, éste es para ellos el segundo asunto a tratar: ellos llevan algo por la familia. 

Yo no veo la homosexualidad como algo que tenga que cambiarse, y siempre que trabajo con personas homosexuales, la homosexualidad no es el tema primordial. Simplemente intento sacar a la luz cualquier tipo de implicaciones que podría estar limitando la plenitud de la vida, pero no tengo ninguna intención de cambiar la orientación sexual de nadie. 

En relación con la homosexualidad he podido observar tres patrones de implicaciones sistémicas:

- Un niño es presionado a representar a una persona del sexo opuesto en el sistema porque no hay ningún niño del mismo sexo a disposición. Así, por ejemplo, un niño tuvo que asumir el papel de su hermana mayor muerta, porque no había ninguna niña entre los demás hijos supervivientes. O el caso de otro hijo que tuvo que representar a la primera novia de su padre, que había sido tratada injustamente. Este es el patrón más doloroso y difícil que he podido observar.

- Un hijo siente la presión de representar a alguien que fue excluido del sistema familiar o que fue difamado por el sistema, incluso si la persona en cuestión es del mismo sexo. Homosexuales que viven en este patrón tienen la posición de "marginados". Así, por ejemplo, un niño que era tratado como el primer novio de la madre que contrajo sífilis y, a continuación, rompió el compromiso. Aunque aquel novio había actuado honradamente, había sido menospreciado y desdeñado por la madre del niño. Los sentimientos del hijo, la sensación de ser despreciado, eran muy similares a lo que aquel novio debió de sentir, como si fueran sus propios sentimientos.

- Un hijo que quedó cogido en la esfera de la madre, o una hija que no salió del ámbito de influencia del padre, ambos incapaces de llevar a término el gesto interior de tomar a aquél de sus padres que pertenece a su mismo sexo. 

            Un ejemplo:

En un grupo para terapeutas, una mujer configuró la constelación de su familia de origen y, por primera vez, se encontró ante la imagen palpable de lo que ella había sabido pero no reconocido: el grado de pérdida, necesidad y daño que había habido en su sistema familiar. En tres generaciones no hubo ni una relación intacta. La relación de sus padres fue de odio y de desdeño, y ella tuvo que llenar la necesidad emocional y sexual de su padre desde que tenía ocho años hasta que pudo salir de casa a los dieciocho. La sexualidad fue brutal y dolorosa, y ocurrió con el conocimiento y consentimiento implícito de la madre.  

Durante una terapia anterior, la consultante había tratado su rabia, su dolor y su sensación de engaño, encontrando alivio pero ninguna solución definitiva. Al encontrarse ante el representante de su padre, el terapeuta le sugirió:

¾ Dile: "¡Me dolió!"

Al hacerlo, prorrumpió en profundo sollozo y, espontáneamente, añadió:

¾ ¡Y no sirvió de nada! No pude quitarte tu soledad. Habría podido soportar mi dolor, si al menos hubiera aliviado tu terrible soledad.

Después abrazó al hombre que representaba a su padre, también llorando abiertamente, y se sujetaron llenos de ternura durante mucho tiempo.

Por primera vez sintió conscientemente y como persona adulta su amor de hija para su padre, su voluntad secreta de sacrificarse por el bien de sus padres.

Al cabo de un rato le dijo:

¾ Te prometo que no habrá más niños heridos como yo. Yo pagaré el precio. Acabará conmigo.

Después se volvió al grupo, diciendo:

¾ Soy lesbiana ¾, y lo hizo con absoluta sencillez y la plena dignidad humana que correspondía a su situación. 

Un año más tarde, aún sentía el efecto liberador del hecho de aceptar el papel que el Destino le había asignado, de aceptar como elección consciente lo que antes hacía de manera inconsciente y no podía cambiar.

Visto así, la homosexualidad exige un precio muy alto. Aquellos que logran afirmar su orientación sexual y construir una vida feliz, llena de amor y sentido, cuentan con un sostén interior muy diferente que aquellos que luchan contra su destino o pretenden quitar importancia a la pérdida.