Diferentes
tipos de ira: la real y alerta y, por tanto, adecuada, y
la ira transferida, ciega y, por tanto, desmesurada
Bert
Hellinger en "Del Orden Nace La Plenitud".
1.
Alguien me ataca o comete una injusticia conmigo, por lo que reacciono de manera
correspondiente: con rabia e ira. Esta ira permite que me defienda o me imponga
vigorosamente. Me capacita para actuar, es positiva y me fortalece. Esta ira
tiene un motivo concreto, siendo, por tanto, adecuada. Se apacigua en cuanto
alcanza su meta.
2.
Me enfurezco o enojo porque me doy cuenta de que no he tomado lo que hubiera
podido o tenido que tomar, que no he exigido lo que hubiera podido o tenido que
exigir, o que no he pedido lo que hubiera podido o tenido que pedir. En vez de
imponerme y tomar o conseguir lo que me falta, me enfurezco o enojo con las
personas de las que no tomé o exigí o pedí, aunque hubiera podido o tenido
que tomar, exigir o pedir. Esta ira sustituye el actuar y aparece como
consecuencia de los actos omitidos. Por tanto, paraliza, incapacita, debilita y,
frecuentemente, dura mucho tiempo.
La
ira como rechazo del amor tiene efectos similares. En vez de expresar mi amor, aún
me enfurezco con aquéllos que amo. Esta ira se remonta a la infancia si se
desarrolla como consecuencia de un movimiento interrumpido hacia uno de los
padres. Posteriormente, al darse situaciones similares, la ira repite la
vivencia temprana, sacando de ella su fuerza.
3.
Estoy enojado con una persona porque he cometido una injusticia con ella sin
querer admitirlo. Con esta ira me resisto a asumir las consecuencias de una
culpa, pasándosela al otro. También esta ira sustituye mi propio actuar,
permitiéndome permanecer pasivo, paralizando y debilitándome.
4.
Alguien me da tanto de bueno y grande que me resulta imposible devolvérselo.
Eso es difícil de soportar. En consecuencia, me resisto al dador y a sus dones
enojándome con él. Esta ira se expresa en forma de reproche, por ejemplo de
los hijos contra los padres. Así, sustituye el tomar, el dar las gracias y el
actuar, dejando a la persona paralizada y vacía. También es posible que se
exprese como depresión, que sería la otra cara del reproche. También ella
sirve para sustituir el tomar y el dar las gracias y el dar, dejando a la
persona paralizada y vacía. Asimismo, esta ira puede expresarse como dolor
interminable después de una separación, cuando aún les debo a los muertos o
separados el tomar y el dar las gracias o, como sería el caso en la tercera
forma de la ira, el asumir mi propia culpa y sus consecuencias.
5.
Algunos sienten una rabia que adoptan de otros y en lugar de éstos. Así, por
ejemplo, cuando en un grupo un participante reprime su propia rabia, al cabo de
un tiempo, otro miembro del grupo se enfurece, en la mayoría de los casos el más
débil, que no tenía ningún motivo para hacerlo. En una familia, este miembro
más débil sería un niño. Cuando, por ejemplo, la madre está resentida con
el padre, reprimiendo, sin embargo, su rabia, uno de los hijos se enfadará con
él.
Frecuentemente,
el más débil no sólo se convierte en portador de la ira, sino también en su
blanco. Cuando, por ejemplo, un empleado se enfurece con su jefe, reteniendo,
sin embargo, su ira, frecuentemente la dirigirá contra una persona más débil;
o cuando un hombre se enfurece con su mujer, reteniendo, sin embargo, su rabia,
en su lugar lo pagará un hijo.
Muchas
veces, la ira no sólo es transferida de un portador a otro, por ejemplo, de la
madre al hijo, sino también se transfiere en su orientación, de una persona
fuerte a otra, débil. En un caso así, una hija no dirige contra el padre la
ira adoptada de su madre, sino contra alguien con el que se siente capaz de
enfrentarse, por ejemplo, su propio marido. Asimismo, en un grupo, la ira
adoptada no se dirige contra la persona fuerte a la que apuntaba en un principio,
por ejemplo el coordinador del grupo, sino contra un miembro débil, que se
convierte en chivo expiatorio en lugar de la persona fuerte.
En
la ira adoptada, los perpetradores están fuera de sí, sintiéndose fuertes y
justificados; en realidad, sin embargo, actúan con fuerzas ajenas defendiendo
derechos ajenos, por lo que permanecen ineficaces y débiles. También las víctimas
de la ira transferida se sienten fuertes y justificados al saber que sufren
injustamente. Pero también ellos permanecen débiles, y su sufrir, inútil.