De un TALLER EN
BARCELONA, Mayo de 1999 . HAY VIDEO.
Isabel
– Paz tras la Guerra Civil
Bert
Hellinger a Isabel Trabajaré contigo. Por la manera en que participaste en las
constelaciones se nota que tienes un problema. Buscaremos una solución.
Isabel Me siento bien por hoy. En un principio no me había apuntado para trabajar aquí, y hoy sentía miedo de levantar la mano, pero por el miedo que siento sabía que lo tenía que hacer. Ayer me dí cuenta de que una y otra vez se me elegía como representante cuando se trataba de temas de enfermedad o de muerte. Y luego, en casa, rebobinando un poco la historia de la familia, vi que hay mucha historia de muerte. Un hermano mío es esquizofrénico. Quisiera trabajar esta facilidad con el dolor y con la muerte que tengo.
hellinger ¿Estás enferma?
isabel No.
hellinger ¿Estás casada?
isabel Estoy separada, y juntada con otra pareja.
hellinger ¿Tienes hijos?
isabel Dos. Una hija de dieciséis, de la primera
pareja, y un hijo de casi seis años, de la segunda pareja.
hellinger ¿Qué pasó en la familia de origen?
isabel Mi padre estuvo en la Guerra Civil con 18 años, al lado de los Rojos. Un hermano mayor de la madre murió con once meses. Un hermano menor de la madre murió a los 22 años de uremia. En la actualidad, otro hermano de la madre tiene cáncer.
hellinger al grupo Hemos recibido un montón de informaciones. Ahora, lo importante es
que el terapeuta perciba dónde se halla el mayor peso; que de entre la gran
variedad capte lo esencial. En mi interior noté un clic inmediatamente. Las
demás cosas ya ni las oí. Es posible que esté equivocado, pero no puedo
trabajar de otra manera que siguiendo a esta primera impresión.
a
Isabel ¿Qué piensas, de
qué se trata?
isabel ¿Mi hermano?
hellinger al grupo ¿Vosotros qué pensáis?
participante La Guerra Civil.
hellinger Exacto.
isabel También ayer, en una constelación estuve en
el paredón de la Guerra Civil.
a Isabel Configura sólo a una persona: a tu padre. Con esto empezaré.
P padre
En un
principio, el representante del padre permanece inmóvil. Después, se gira un
poco para mirar hacia la derecha y hacia la izquierda. Finalmente retrocede
hasta tocar la pared, dirigiendo su mirada a la lejanía.
A
continuación, Hellinger introduce dos grupos de cuatro hombres respectivamente:
a la derecha del padre, cuatro camaradas muertos, a su izquierda, cuatro
soldados del otro bando.
+R1 primer soldado muerto de los Republicanos
+R2 segundo
soldado muerto de los Republicanos, etc.
+N1 primer
soldado muerto de los Nacionales,
+N2 segundo
soldado muerto de los Nacionales, etc.
Primeramente, el representante del padre se queda largamente
mirando a los muertos del otro bando, después mira largamente a sus camaradas
muertos. Varias veces, su mirada pasa de un lado a otro, largamente hacia los
Nacionales, largamente hacia los Republicanos, finalmente otra vez hacia los
Nacionales. En todo este tiempo se muestra profundamente conmovido.
hellinger a los representantes Seguid al movimiento, sea cual sea el
impulso.
El representante del padre respira profundamente,
sollozando de dolor. Después coge al primer muerto del bando nacional de la camisa
y lo arrastra hacia los Republicanos, donde agarra de la misma manera al primer
muerto de los éstos. De esta forma une a estos dos hombres, que,
espontáneamente, se cogen del hombro. El soldado nacional acaricia la mejilla
del padre. Éste, primeramente se queda mirando al suelo; después, se fija
largamente en los dos hombres.
Figura
3
El padre nuevamente agarra al primer soldado nacional de
la camisa; de la misma manera coge al segundo soldado del bando republicano
para unirlo con ese grupo. Después, pasa detrás del grupo de los Nacionales y
empieza a empujar al segundo y al tercer soldado de este bando para acercarlos
al grupo del centro. Éstos se cogen de los hombros intentando formar un
círculo. El segundo soldado nacional, sin embargo, se resiste, retirándose un
poco. Los demás le hacen señas con la cabeza, pero él permanece inmóvil. A
continuación, los otros cuatro se abrazan tocándose con las frentes.
Figura 4
El círculo se
mueve en dirección a los Republicanos, donde intentan integrar también
al tercer soldado republicano. Éste, sin embargo, permanece inmóvil, clavando
la mirada en el suelo. El segundo soldado de los Nacionales se vuelve hacia el
padre, desafiándole con la mirada. Lo mismo hace el cuarto soldado nacional que
acaba de acercarse.
El
padre se aparta de ellos como si quisiera esquivarlos. También los demás
cambian de posición, soltando el abrazo.
Figura
7
El padre hace otro gesto como si quisiera defenderse;
después, se acerca a los Republicanos. El cuarto soldado del bando republicano
lo arrastra hacia el otro lado. El padre levanta los brazos y se resiste.
Mientras tanto, el segundo soldado republicano se ha ido encogiendo hasta
quedar echado de lado en el suelo. Algunos de los demás rodean al padre como si
quisieran cercarlo. Él, sin embargo, se retira de ellos. El primer soldado de
los Republicanos y el primero de los Nacionales se ponen el uno enfrente del
otro, mirándose a los ojos.
Figura 8
Algunos de los Nacionales van formando un círculo
alrededor del padre. El segundo soldado nacional, que hasta ahora mantenía una
actitud de rechazo, hace un gesto de invitación. El cuarto soldado republicano
agarra al padre de la camisa y, junto con el segundo soldado nacional, lo
arrastra hacia el bando republicano, como si quisiera unir a estos dos hombres.
El padre, sin embargo, se libera con un gesto de rechazo y se retira de nuevo.
Finalmente, Hellinger lo lleva a un lado, girándole, de manera que les vuelva
la espalda a los muertos. En esta posición permanece, profundamente conmovido,
respirando con tono de sollozo. Al cabo de unos instantes se vuelve otra vez
hacia los muertos.
Figura
9
hellinger a los representantes de los muertos Echaos todos en el suelo.
El padre se queda mirándolos a todos largamente.
Hellinger se acerca al cuarto soldado nacional muerto, que aún mantenía su
cabeza girada hacia el padre y su
mirada fijada en él, para girarle la cabeza hacia la izquierda, mirando a los
demás muertos. Al cabo de unos instantes, el padre retrocede unos cuantos
pasos. Finalmente, Hellinger lleva a Isabel detrás de su padre, girando a éste
hacia su hija.
I Isabel
Padre e hija se miran durante un tiempo. Isabel rompe a
llorar, profundamente afligida. El padre extiende sus brazos. La hija se acerca
a él y le acaricia la cara. Después, apoya su cabeza en el pecho del padre y
éste la abraza. Isabel solloza con profunda aflicción. Así permanecen largo
tiempo. Después, el padre se arrodilla, e Isabel aprieta la cabeza de él contra
su pecho, acariciándole entre lágrimas. El padre, que en un principio la
mantenía abrazada, deja caer los brazos. Después, también Isabel se arrodilla,
llorando y acariciando tiernamente el pelo y la cara del padre. Ambos se miran
a los ojos. Al cabo de un tiempo, Hellinger les pide que se levanten. A
continuación apoya a Isabel de espaldas contra su padre; el padre le pone las
manos en los hombros. En esta posición, el padre quiere girarse con ella hacia
los muertos. Hellinger, sin embargo, les da otra vez la vuelta, colocando a los
hijos de Isabel delante de ellos.
1 primera
hija 2 segundo hijo
Isabel y su padre se quedan mirando a los hijos
largamente. Finalmente, el padre retira sus manos de la hija. Ésta se acerca
lentamente a sus hijos, poniéndose entre ellos dos. Los tres se abrazan.
El padre los mira; después, se echa de
espaldas y con los brazos abiertos en el suelo, al lado de los muertos. Isabel
se gira con sus hijos, pero aún intenta mirar al padre y a los muertos.
hellinger a Isabel Daos la vuelta.
Isabel se gira con sus hijos, dejando atrás a los
muertos.
hellinger a Isabel Deja los ojos abiertos y mira hacia delante.
Isabel llora, mirando hacia arriba.
hellinger Mírales a los ojos a los hijos. Mírales a
los ojos.
Isabel mira primero a la hija y después, al hijo. Después
besa a la hija y también al hijo.
hellinger a Isabel Deja los ojos abiertos y ve hacia la grandeza interior. Imagínate
que todos los muertos están detrás de vosotros, mirándoos con buenos ojos.
Isabel sigue llorando muy emocionada. Los tres se van
balanceando suavemente de un lado para otro.
hellinger a Isabel Deja los ojos abiertos.
Hellinger se acerca a Isabel y, suavemente, le inclina la
cabeza hacia abajo.
hellinger Así. No al cielo, a la tierra se dirige la
mirada.
al cabo
de unos instantes ¿Cómo te
encuentras?
hellinger Dile a la hija: “Me quedo.“
isabel Me quedo.
hellinger “Con amor.“
isabel Con amor.
hellinger Díselo también al hijo.
isabel Me quedo, con amor.
hellinger a Isabel ¿Está bien así?
isabel Sí.
hellinger De acuerdo, bien.
a los
representantes Salid de
vuestros papeles.
al
representante del padre Fuiste
excelente. Gracias.
hellinger al cabo de unos instantes, al grupo Con toda humildad, me parece que he hecho
algo por España. Gran aplauso del grupo.
Para que esto se complete, es importante que
dentro de poco cada uno de los representantes de los soldados escriba un
informe breve, relatando exactamente lo que ocurrió en su interior. Todo esto
se desarrolló a muchos niveles diferentes. Fueron muchos destinos individuales,
se podía ver. Si aún se añaden estas informaciones, el vídeo tendrá todavía más
fuerza.
Quisiera explicar algo al
respecto. En un primer lugar quedó claro que estos sucesos profundos surgen
solos si se les deja el espacio que necesitan. No fue en absoluto previsible
qué iba a salir de aquí. La primera imagen fue solamente este hombre, solo.
Después, de repente se vio claramente que faltaban los camaradas, en ambos
bandos. Y quedó claro el significado de una muerte no concluida y de una muerte
concluida. Y fue importante que al final los muertos se echaran, ya que aún no
estaban realmente muertos. Sólo cuando todos estaban en el suelo, hubo paz. Uno
de los muertos aún estaba mirando al padre; de esta forma lo tenía agarrado.
Por tanto, giré su cara hacia los muertos y así encontró la paz. Más tarde, él
mismo se giró enteramente hacia los otros muertos. Los efectos de estos gestos
son lo que los representantes nos tienen que comunicar, con toda exactitud, sin
paliar, ni omitir, ni añadir, ni interpretar nada, sólo describiendo el proceso
interior. Naturalmente, lo mismo vale para el representante del padre. Ése fue
el primer paso.
Estaba clarísimo que los
muertos querían llevarse al padre consigo. Pero él se resistió. ¡El representante
fue tan auténtico, fue realmente fantástico! Y después, es importante que se dé
la vuelta y que se aparte. No debe quedarse mirando a los muertos.
Después, la mirada se vuelve hacia la vida, hacia
su hija. Éste fue el siguiente paso. Se pudo ver el amor que fluía entre ellos
dos. Pero la hija no debe quedarse mirando al padre. Por eso la puse de
espaldas contra su padre. Éste es también el curso de la vida. Después, delante
de ella, tuvieron que ponerse sus propios hijos. Así pudo dejar a su padre para
dirigirse a sus hijos. Y los hijos expresaron maravillosamente esa tendencia de
alejarse de los muertos; ellos agarraron a la madre, encarándola hacia la vida.
Así, su mirada tampoco debe ir hacia arriba, sino hacia abajo y hacia adelante.
En la tierra, la vida sigue.
Los muertos ya no se podían
distinguir. Ya no se distinguían los bandos.
Y finalmente, el último
movimiento del padre, que se echó al lado de los muertos una vez seguía la vida
– eso lo completó. Éste fue todo el proceso.
a
Isabel Todo lo mejor
para ti. Les debes un montón a los muertos. Los vivos les deben la vida a los
muertos. ¿De acuerdo?
isabel Sí.
COMENTARIOS DE LOS PARTICIPANTES
Al finalizar, Bert Hellinger les pidió a todos los
representantes de esta constelación que durante los próximos días documentasen
por escrito sus experiencias interiores. A continuación se transcriben
íntegramente estos breves relatos personales que tan bellamente completan el
trabajo realizado.
LUIS CARBAJAL
REPRESENTANTE DEL PRIMER SOLDADO republicano
Yo soy
un muerto del bando del personaje ( Ramón = representante del padre de Isabel).
Enfrente de mí tengo a los otros muertos, los del otro bando. Los miro. Cada
cosa en su sitio. Ellos en un lado, y yo y los míos en el otro. A mi lado, mis
compañeros muertos. Los siento, no necesito mirarlos. Sé que están ahí.
Y a la izquierda, Ramón. Asustado,
agobiado. Me da lástima. Le veo perdido, confuso. Su corazón está dividido
entre ambos bandos.
El primer movimiento me junta con
otro muerto de los de enfrente. ¡Eso no! ¡Cada cosa en su sitio! El otro
intenta abrazarme, pero no es lo que yo quiero. Quiero respeto y dignidad, y
eso para mí no pasa por abrazar a mi enemigo, si no por tener mi espacio.
Hay más movimientos. Veo como todos
los muertos empiezan a moverse y veo como algunos intentan acercarse a Ramón.
¡No! ¡Dejadle vivir! ¡Él está vivo y nosotros, muertos!
Uno insiste y no puedo dejarlo. Voy para allí y le paro. Me noto fuerte y
en mi sitio. Una simple mirada bastó para pararle. ¡Dejadle! Me duele ver a uno
de los míos intentando aferrarse a él, pero con él no me atrevo a pararle.
Al tumbarme, siento que ése es mi sitio, nuestro sitio, y al oír el
llanto de Ramón noto alivio. Está vivo. Él está vivo. Eso me deja tranquilo. Ya
puedo descansar.
VICENS OLIVÉ
REPRESENTANTE DEL SEGUNDO SOLDADO REPUBLICANO
Lo primero que rápidamente sentí estando de pie eran unas
enormes ganas de ceder al peso de la gravedad, de dejarme caer, pues las
piernas me flaqueaban y no me sostenían. Por un momento dudé de si debía seguir
esa sensación o no, pues nadie se caía al suelo, y pensé que igual era un rollo
mío. Pero al poco rato me dejé llevar por ella y caí, quedando medio recostado,
encogido y suelto, en una ni siquiera buena postura de descanso. Ahí quedé con
la única conciencia exterior de que había un compañero al lado, también
tumbado. A lo lejos oía algunos comentarios, pero sin ninguna forma consciente,
era como si todo mi mundo se hubiera reducido a un pequeñísimo espacio. Estaba
“muerto”. Lo más impactante para mí fue que me quedé centrado en una sensación
en el centro del pecho de dolor vacío de todo, era una extraña sensación, como
de una nada dolida y consciente. Anhelaba un gesto de alguien exterior que me
tocase, reconociese o agradeciese algo, pero esto no llegaba ni llegó durante
todo el tiempo que duró el trabajo.
Al
terminar y levantarme fui recuperando mi tono habitual, pero aún dentro de mí
quedó por un largo rato esa sensación de que nadie me vio, ni me honró, ni me
agradecieron nada.
JAVIER BARÉS
REPRESENTANTE DEL TERCER SOLDADO REPUBLICANO
Lo
primero que sentí era una especie de vacío interior. Luego, para mí no tenía
sentido de que se estuviese hablando de muertos del bando republicano y de
muertos del bando nacional, para mí sólo existía diferencia entre el vivo y el
resto que éramos seres iguales (muertos), sin diferencias.
Tenía ganas de alejarme de allí e
irme, mientras a la vez que sentía mi vacío interior, tenía la sensación de
estar incómodamente unido por un cordón al ser vivo que estaba en escena, y
esto me impedía descansar, alejarme, era incómodo.
Cuando
Bert Hellinger nos hizo tirarnos al suelo a todos los muertos, yo cerré los
ojos y seguía sintiendo la incomodidad anterior, hasta que a lo lejos oigo a
una mujer llorar (yo no sé a quién lloraba) y de repente me daba paz y me
permitía irme. De hecho, mentalmente me fui de allí casi de forma automática.
El llanto que oí fue una liberación y un reconocimiento que me hacían falta.
JOAN GARRIGA
REPRESENTANTE DEL CUARTO SOLDADO REPUBLICANO
Siento
que no puedo quedarme en paz ni concluir mi muerte porque pienso que debería
estar muerto él (el representante del padre) y no yo. Como si el hecho de que
él estuviera vivo se sostuviera en mi muerte y las de los otros tres de mi
bando. Como si nos hubiera traicionado. Siento el deseo de llevarlo hacia
nuestro grupo de muertos. Es lo que le corresponde. Pero también siento al
imposibilidad y lo absurdo de hacerlo. Me debato entre una ambivalencia de
impulsos: llevarlo hacia los muertos o dejarlo en paz, y ninguno me deja
conforme, ni tampoco es posible. Trato de estirarlo de su camiseta y oscilo
entre estirarlo y soltarlo, aparte de que él hace mucha fuerza para sobrevivir.
Cuando
al final él cae (se tira al suelo), sólo en este momento, yo me quedo en paz.
Siento que ha acabado por fin y se reúne con nosotros.
FERRAN LACOMA
REPRESENTANTE DEL PRIMER SOLDADO NACIONAL
Me
sentí totalmente liberado y con mucha paz al mirar a los de mi bando y los del
bando contrario muertos. Sentí que toda la crítica y rabia y la envidia que
había sentido por la gente del otro bando cuando estábamos vivos, ahora se
había desvanecido y me parecía como un juego de niños todos esos sentimientos
de rabia, odio y envidia que tuve estando vivo. ¡Qué maravilla volver a sentir
que no hay diferencias de ninguna clase entre los muertos! Todos somos iguales,
no hay divisiones.
Al mirar al hombre vivo, que nos
está mirando con mucho dolor y sufrimiento, me dan ganas de llevármelo conmigo
para que deje de sufrir y pueda sentir la paz que hay en el mundo de los
muertos. Cuando el hombre vivo me cogió para unirme al otro grupo, yo me sentí
contento por poderme unir al otro bando y dejar las diferencias de lado.
A partir de ese momento, mi
intención era convencer a los demás muertos y al hombre vivo que se unieran a
mi paz, no quería más separación entre los muertos, ni que el vivo siguiera
sufriendo, por eso quería llevármelo conmigo y con los demás muertos.
Cuando
nos estiramos todos los muertos en el suelo, fue cuando yo ya pude descansar de
querer conseguir la paz entre todos, ya que sentía que todos estábamos juntos y
unidos.
LUIS FERNANDO CÁMARA
REPRESENTANTE DEL SEGUNDO SOLDADO
NACIONAL
Mi experiencia como soldado era que Ramón (el
representante del padre) quería unirnos a los dos bandos, pero yo no quería esa
unión. Tenía la sensación muy clara de que antes había que arreglar algo que él
hizo y tenía que dar cuentas de ello. No se podía pasar por alto algo que había
ocurrido.
Después,
cuando eso no se resolvía y llegó la muerte, vi con alivio la lejanía de todo
lo que ocurría en el mundo de los vivos. Fue como dejar a un lado la
complicación de las venganzas por lo que había ocurrido. Fue un descanso esta
muerto.
ALFRED GÓMEZ
REPRESENTANTE DEL TERCER SOLDADO
NACIONAL
Mi
primer sentimiento fue confuso. ¿Qué hago yo aquí?.
Mi
cuerpo lo noto tieso y frío, casi no puedo sentir, no me muevo.
A mis
compañeros no los veo, pero los percibo. Hay algo que nos une.
Ante
mí, otros cuatro hombres. ¿Son los enemigos? No siento ni odio ni amor, pero sí
una atracción; me uniría a ellos, iría hacia ellos, pero no puedo dejar el
grupo, no me puedo mover, he de estar aquí, quieto, inmóvil.
A mi
derecha, entre los dos bandos, un hombre. Nos mira, respira con fuerza. ¿Qué
hace ahí solo? Tú perteneces a un
grupo, ¡ves! Me molesta verlo allí
solo, entre medio. Mi mirada se mueve entre el grupo de delante y aquél hombre.
Por fin, nos va cogiendo a los de mi bando y nos lleva al bando de
enfrente. Mi corazón late con fuerza. Sin pensar, sin sentir, el cuerpo se
mueve solo. Nos cogemos unos a otros, nos abrazamos. Somos unos pocos que nos
cogemos. Algunos de mi bando y del otro bando no quieren cogerse, me rechazan,
se sueltan, se separan. ¿Por qué?, no lo entiendo. Me siento triste. Los pocos que
estamos cogidos, abrazados, nos sentimos unidos, se está bien, es un descanso.
Somos todos iguales.
Queremos que aquel hombre solitario se una a nosotros, pero no se deja. Los
que estamos unidos en un grupo nos separamos. Ahora es todo confusión. Ya no sé
quién es quién. Veo sólo cuerpos que se mueven, unos parece que luchen, alguno
está en el suelo, echado, otros no se mueven. Yo quiero acercarme a aquel
hombre, pero tengo miedo: me pegará, me gritará. Bajo la cabeza, estoy solo,
cada uno está solo. Todo es triste y confuso.
Al suelo, por fin, descanso, paz. Duermo, duermo. Siento
la presencia de los otros. Ya no estoy solo. Como en la lejanía, oigo pasos y
lloros. Ya no tienen que ver conmigo. Todo está acabado. Está bien así, estamos
bien así.
PERE CLAVAGUERA
REPRESENTANTE DEL CUARTO SOLDADO
NACIONAL
Vivencias:
-
Impulso espontáneo de girarme hacia él, mirándole a los
ojos.
-
Sentimiento de rabia contenida.
-
Sensación de inquietud y nerviosismo en todo el cuerpo.
-
Temblor en la pierna izquierda.
-
Mucho movimiento en las manos y dedos, con tensión y con
momentos discontinuos de sudor.
-
Impulso de encararme a él con la mirada.
-
Impulso de seguirle por donde fuera con la mirada, con
necesidad de distancia entre nuestros cuerpos.
-
Sentimiento de querer y no poder: de querer hostigarle
físicamente, y de no poder, porque él físicamente me puede.
-
Impulso en desear el contacto físico cuerpo a cuerpo, e
impotencia en no conseguirlo.
-
Impulso de seguir mirándole desde el suelo.
-
Sentimiento de desapegarme de él cuando me giran la
cabeza a la izquierda.
-
Sentimiento de relajación de todo mi cuerpo estando con
la cabeza girada a la izquierda.
-
Ahora, con la cabeza girada hacia la izquierda, siento
tranquilidad y paz.
RAMÓN RESINO
REPRESENTANTE DEL PADRE DE ISABEL
Desde
que salgo de participante en la constelación me brota una necesidad
Desde que en mi campo visual aparecen los dos bandos empiezo a reconocer
víctimas de mi propio bando que me generan infinita desolación, y si bien
empiezo a considerar la presencia del bando opuesto con gran reproche,
rápidamente se me personifican con la misma desolación de los anteriores,
"los míos", y el sentimiento de desolación y de dolor se va haciendo
común por todos ellos y empiezo a sentir que !tratándose de vida o muerte, qué
más da del bando que se sea!, !cuánto dolor familiar padecido por los distintos
bandos, incluso dialécticos, del propio sistema familiar!, !cuánta sangre de
los distintos bandos de un mismo río humano!: tratándose
de vida
o muerte no puedo seguir valorando la posición; ya que están muertos, los
reconciliaré, aunque sea dentro de mi corazón, aglutinándolos dentro de una
misma fosa, para que siquiera después de la muerte puedan descansar en paz en
un mismo bando; me surge una fuerza imperiosa de aglutinarlos en una misma
sepultura y que siquiera la muerte los reúna en el mismo lecho. Empiezo a
acarrear a cada uno de ellos con los otros, y cuál es mi sorpresa que a los que
primero reconocí como de mi bando se oponían a trasladarse para la
reunificación; fueron los del bando opuesto los que primero aceptaron
aglutinarse; después de trasladar al tercero de los opuestos, sentí que daba igual
no trasladarlos a todos, pues después de la muerte, qué más daba dónde se
reposaran, si en mi corazón ya estaban unificados, y desistí de trasladar
cadáveres. En este intento y justo cuando
desisto,
hay cadáveres que me quieren atrapar con ellos e incluso arrebatándome a los
del bando opuesto, lucho y los abandono con su muerte, no dejándome atrapar, y
ahí aparece el horizonte de mi hija, mi descendencia.
Soy capaz de mostrarme con una guerra a cuestas, me avergüenza, me consuelo
en ellos después de mostrar la limpieza de mis manos y la victimización de mi
inocencia; es cuando percibo la alegría del camino de mi prole, cuando siento
que puedo descansar en paz y retirarme con los que compartimos fechorías
anteriores, esperanzado que los míos no las necesitarán.
Cuando muero conecto con una muerte dulce y reposada que para todos la
quisiera y para mí aún hoy día la imploraría.
Muy
agradecido al padre de aquella paciente, a Bert Hellinger y al Institut Gestalt
por darme la oportunidad de conectar con la fragmentación de mi corazón y la
pequeñez de mi bando, pudiendo hoy disfrutarlo curativamente desde las
posibilidades de reunificación que aguarda.