De un TALLER EN BARCELONA, Mayo de 1999 . HAY VIDEO.

 

Isabel – Paz tras la Guerra Civil

 

Bert Hellinger  a Isabel  Trabajaré contigo. Por la manera en que participaste en las constelaciones se nota que tienes un problema. Buscaremos una solución.

Isabel  Me siento bien por hoy. En un principio no me había apuntado para trabajar aquí, y hoy sentía miedo de levantar la mano, pero por el miedo que siento sabía que lo tenía que hacer. Ayer me dí cuenta de que una y otra vez se me elegía como representante cuando se trataba de temas de enfermedad o de muerte. Y luego, en casa, rebobinando un poco la historia de la familia, vi que hay mucha historia de muerte. Un hermano mío es esquizofrénico. Quisiera trabajar esta facilidad con el dolor y con la muerte que tengo.

hellinger  ¿Estás enferma?

isabel  No.

hellinger  ¿Estás casada?

isabel  Estoy separada, y juntada con otra pareja.

hellinger  ¿Tienes hijos?

isabel  Dos. Una hija de dieciséis, de la primera pareja, y un hijo de casi seis años, de la segunda pareja.

hellinger  ¿Qué pasó en la familia de origen?

isabel  Mi padre estuvo en la Guerra Civil con 18 años, al lado de los Rojos. Un hermano mayor de la madre murió con once meses. Un hermano menor de la madre murió a los 22 años de uremia. En la actualidad, otro hermano de la madre tiene cáncer.

hellinger al grupo  Hemos recibido un montón de informaciones. Ahora, lo importante es que el terapeuta perciba dónde se halla el mayor peso; que de entre la gran variedad capte lo esencial. En mi interior noté un clic inmediatamente. Las demás cosas ya ni las oí. Es posible que esté equivocado, pero no puedo trabajar de otra manera que siguiendo a esta primera impresión.

 

a Isabel  ¿Qué piensas, de qué se trata?

isabel  ¿Mi hermano?

hellinger al grupo  ¿Vosotros qué pensáis?

participante  La Guerra Civil.

hellinger  Exacto.

isabel  También ayer, en una constelación estuve en el paredón de la Guerra Civil.


hellinger al grupo  Yo empezaría con eso. Si el terapeuta no capta al principio de qué se trata, por ejemplo, si ahora empezara con el hermano esquizofrénico, todo esto se malograría. Ésta sería la percepción fenomenológica. Es posible que esté equivocado. A pesar de todo, no puedo empezar de otra manera, ya que así estoy en contacto con mi alma. De lo contrario, no haría más que formular ideas.

a Isabel  Configura sólo a una persona: a tu padre. Con esto empezaré.


Figura  1

P         padre

 

En un principio, el representante del padre permanece inmóvil. Después, se gira un poco para mirar hacia la derecha y hacia la izquierda. Finalmente retrocede hasta tocar la pared, dirigiendo su mirada a la lejanía.

A continuación, Hellinger introduce dos grupos de cuatro hombres respectivamente: a la derecha del padre, cuatro camaradas muertos, a su izquierda, cuatro soldados del otro bando.

Figura 2

+R1     primer soldado muerto de los Republicanos

+R2     segundo soldado muerto de los Republicanos, etc.

+N1    primer soldado muerto de los Nacionales,

+N2    segundo soldado muerto de los Nacionales, etc.

 

Primeramente, el representante del padre se queda largamente mirando a los muertos del otro bando, después mira largamente a sus camaradas muertos. Varias veces, su mirada pasa de un lado a otro, largamente hacia los Nacionales, largamente hacia los Republicanos, finalmente otra vez hacia los Nacionales. En todo este tiempo se muestra profundamente conmovido.

 

hellinger a los representantes  Seguid al movimiento, sea cual sea el impulso.

 

El representante del padre respira profundamente, sollozando de dolor. Después coge al primer muerto del bando nacional de la camisa y lo arrastra hacia los Republicanos, donde agarra de la misma manera al primer muerto de los éstos. De esta forma une a estos dos hombres, que, espontáneamente, se cogen del hombro. El soldado nacional acaricia la mejilla del padre. Éste, primeramente se queda mirando al suelo; después, se fija largamente en los dos hombres.

 

Figura 3

El padre nuevamente agarra al primer soldado nacional de la camisa; de la misma manera coge al segundo soldado del bando republicano para unirlo con ese grupo. Después, pasa detrás del grupo de los Nacionales y empieza a empujar al segundo y al tercer soldado de este bando para acercarlos al grupo del centro. Éstos se cogen de los hombros intentando formar un círculo. El segundo soldado nacional, sin embargo, se resiste, retirándose un poco. Los demás le hacen señas con la cabeza, pero él permanece inmóvil. A continuación, los otros cuatro se abrazan tocándose con las frentes.

 


Figura 4

 

El círculo se  mueve en dirección a los Republicanos, donde intentan integrar también al tercer soldado republicano. Éste, sin embargo, permanece inmóvil, clavando la mirada en el suelo. El segundo soldado de los Nacionales se vuelve hacia el padre, desafiándole con la mirada. Lo mismo hace el cuarto soldado nacional que acaba de acercarse.

 

Figura 5


 

El padre se aparta de ellos como si quisiera esquivarlos. También los demás cambian de posición, soltando el abrazo.

 

Figura 6


 


A continuación, el cuarto soldado nacional se enfrenta al padre desde el otro lado, como queriendo cortarle el paso. Ambos hombres se miran. El primer soldado nacional se sienta en el suelo. El cuarto soldado nacional poco a poco se va acercando al padre. El segundo soldado republicano se deja caer al suelo donde se queda sentado mirando al suelo. También el cuarto soldado de los Republicanos se enfrenta a él. Después, el primer soldado nacional va hacia el padre, intentando arrastrarlo hacia su grupo; el padre, sin embargo, lo rechaza.

 


Figura 7

 

El padre hace otro gesto como si quisiera defenderse; después, se acerca a los Republicanos. El cuarto soldado del bando republicano lo arrastra hacia el otro lado. El padre levanta los brazos y se resiste. Mientras tanto, el segundo soldado republicano se ha ido encogiendo hasta quedar echado de lado en el suelo. Algunos de los demás rodean al padre como si quisieran cercarlo. Él, sin embargo, se retira de ellos. El primer soldado de los Republicanos y el primero de los Nacionales se ponen el uno enfrente del otro, mirándose a los ojos.

 


Figura 8

 

Algunos de los Nacionales van formando un círculo alrededor del padre. El segundo soldado nacional, que hasta ahora mantenía una actitud de rechazo, hace un gesto de invitación. El cuarto soldado republicano agarra al padre de la camisa y, junto con el segundo soldado nacional, lo arrastra hacia el bando republicano, como si quisiera unir a estos dos hombres. El padre, sin embargo, se libera con un gesto de rechazo y se retira de nuevo. Finalmente, Hellinger lo lleva a un lado, girándole, de manera que les vuelva la espalda a los muertos. En esta posición permanece, profundamente conmovido, respirando con tono de sollozo. Al cabo de unos instantes se vuelve otra vez hacia los muertos.

 


Figura 9

 

hellinger a los representantes de los muertos  Echaos todos en el suelo.

 

El padre se queda mirándolos a todos largamente. Hellinger se acerca al cuarto soldado nacional muerto, que aún mantenía su cabeza girada hacia el padre  y su mirada fijada en él, para girarle la cabeza hacia la izquierda, mirando a los demás muertos. Al cabo de unos instantes, el padre retrocede unos cuantos pasos. Finalmente, Hellinger lleva a Isabel detrás de su padre, girando a éste hacia su hija.

 


Figura 10

 

I          Isabel

 

Padre e hija se miran durante un tiempo. Isabel rompe a llorar, profundamente afligida. El padre extiende sus brazos. La hija se acerca a él y le acaricia la cara. Después, apoya su cabeza en el pecho del padre y éste la abraza. Isabel solloza con profunda aflicción. Así permanecen largo tiempo. Después, el padre se arrodilla, e Isabel aprieta la cabeza de él contra su pecho, acariciándole entre lágrimas. El padre, que en un principio la mantenía abrazada, deja caer los brazos. Después, también Isabel se arrodilla, llorando y acariciando tiernamente el pelo y la cara del padre. Ambos se miran a los ojos. Al cabo de un tiempo, Hellinger les pide que se levanten. A continuación apoya a Isabel de espaldas contra su padre; el padre le pone las manos en los hombros. En esta posición, el padre quiere girarse con ella hacia los muertos. Hellinger, sin embargo, les da otra vez la vuelta, colocando a los hijos de Isabel delante de ellos.


Figura 11

1          primera hija         2   segundo hijo

 

Isabel y su padre se quedan mirando a los hijos largamente. Finalmente, el padre retira sus manos de la hija. Ésta se acerca lentamente a sus hijos, poniéndose entre ellos dos. Los tres se abrazan.

 

Figura 12


El padre los mira; después, se echa de espaldas y con los brazos abiertos en el suelo, al lado de los muertos. Isabel se gira con sus hijos, pero aún intenta mirar al padre  y a los muertos.

 

hellinger a Isabel  Daos la vuelta.

Isabel se gira con sus hijos, dejando atrás a los muertos.

 


Figura 13

hellinger a Isabel  Deja los ojos abiertos y mira hacia delante.

 

Isabel llora, mirando hacia arriba.

 

hellinger  Mírales a los ojos a los hijos. Mírales a los ojos.

 

Isabel mira primero a la hija y después, al hijo. Después besa a la hija y también al hijo.

 

hellinger a Isabel  Deja los ojos abiertos y ve hacia la grandeza interior. Imagínate que todos los muertos están detrás de vosotros, mirándoos con buenos ojos.

 

Isabel sigue llorando muy emocionada. Los tres se van balanceando suavemente de un lado para otro.

 

hellinger a Isabel  Deja los ojos abiertos.

Hellinger se acerca a Isabel y, suavemente, le inclina la cabeza hacia abajo.

 

hellinger  Así. No al cielo, a la tierra se dirige la mirada.

al cabo de unos instantes  ¿Cómo te encuentras?

isabel  Mejor.

hellinger  Dile a la hija: “Me quedo.“

isabel  Me quedo.

hellinger  “Con amor.“

isabel  Con amor.

hellinger  Díselo también al hijo.

isabel  Me quedo, con amor.

hellinger a Isabel  ¿Está bien así?

isabel  Sí.

hellinger  De acuerdo, bien.

a los representantes  Salid de vuestros papeles.

al representante del padre  Fuiste excelente. Gracias.

 

hellinger al cabo de unos instantes, al grupo  Con toda humildad, me parece que he hecho algo por España. Gran aplauso del grupo.

Vosotros también tenéis que hacer algo: este vídeo debe quedar al alcance de muchas personas. De esta manera se convertirá en una bendición para muchos. Ésta es mi imagen.

Para que esto se complete, es importante que dentro de poco cada uno de los representantes de los soldados escriba un informe breve, relatando exactamente lo que ocurrió en su interior. Todo esto se desarrolló a muchos niveles diferentes. Fueron muchos destinos individuales, se podía ver. Si aún se añaden estas informaciones, el vídeo tendrá todavía más fuerza.

Quisiera explicar algo al respecto. En un primer lugar quedó claro que estos sucesos profundos surgen solos si se les deja el espacio que necesitan. No fue en absoluto previsible qué iba a salir de aquí. La primera imagen fue solamente este hombre, solo. Después, de repente se vio claramente que faltaban los camaradas, en ambos bandos. Y quedó claro el significado de una muerte no concluida y de una muerte concluida. Y fue importante que al final los muertos se echaran, ya que aún no estaban realmente muertos. Sólo cuando todos estaban en el suelo, hubo paz. Uno de los muertos aún estaba mirando al padre; de esta forma lo tenía agarrado. Por tanto, giré su cara hacia los muertos y así encontró la paz. Más tarde, él mismo se giró enteramente hacia los otros muertos. Los efectos de estos gestos son lo que los representantes nos tienen que comunicar, con toda exactitud, sin paliar, ni omitir, ni añadir, ni interpretar nada, sólo describiendo el proceso interior. Naturalmente, lo mismo vale para el representante del padre. Ése fue el primer paso.

Estaba clarísimo que los muertos querían llevarse al padre consigo. Pero él se resistió. ¡El representante fue tan auténtico, fue realmente fantástico! Y después, es importante que se dé la vuelta y que se aparte. No debe quedarse mirando a los muertos.

Después, la mirada se vuelve hacia la vida, hacia su hija. Éste fue el siguiente paso. Se pudo ver el amor que fluía entre ellos dos. Pero la hija no debe quedarse mirando al padre. Por eso la puse de espaldas contra su padre. Éste es también el curso de la vida. Después, delante de ella, tuvieron que ponerse sus propios hijos. Así pudo dejar a su padre para dirigirse a sus hijos. Y los hijos expresaron maravillosamente esa tendencia de alejarse de los muertos; ellos agarraron a la madre, encarándola hacia la vida. Así, su mirada tampoco debe ir hacia arriba, sino hacia abajo y hacia adelante. En la tierra, la vida sigue.

Los muertos ya no se podían distinguir. Ya no se distinguían los bandos.

Y finalmente, el último movimiento del padre, que se echó al lado de los muertos una vez seguía la vida – eso lo completó. Éste fue todo el proceso.

 

a Isabel  Todo lo mejor para ti. Les debes un montón a los muertos. Los vivos les deben la vida a los muertos. ¿De acuerdo?

isabel  Sí.

 

COMENTARIOS DE LOS PARTICIPANTES

Al finalizar, Bert Hellinger les pidió a todos los representantes de esta constelación que durante los próximos días documentasen por escrito sus experiencias interiores. A continuación se transcriben íntegramente estos breves relatos personales que tan bellamente completan el trabajo realizado.

 

LUIS CARBAJAL

REPRESENTANTE DEL PRIMER SOLDADO republicano

Yo soy un muerto del bando del personaje ( Ramón = representante del padre de Isabel). Enfrente de mí tengo a los otros muertos, los del otro bando. Los miro. Cada cosa en su sitio. Ellos en un lado, y yo y los míos en el otro. A mi lado, mis compañeros muertos. Los siento, no necesito mirarlos. Sé que están ahí.

            Y a la izquierda, Ramón. Asustado, agobiado. Me da lástima. Le veo perdido, confuso. Su corazón está dividido entre ambos bandos.

            El primer movimiento me junta con otro muerto de los de enfrente. ¡Eso no! ¡Cada cosa en su sitio! El otro intenta abrazarme, pero no es lo que yo quiero. Quiero respeto y dignidad, y eso para mí no pasa por abrazar a mi enemigo, si no por tener mi espacio.

            Hay más movimientos. Veo como todos los muertos empiezan a moverse y veo como algunos intentan acercarse a Ramón. ¡No! ¡Dejadle vivir! ¡Él está vivo y nosotros, muertos!

Uno insiste y no puedo dejarlo. Voy para allí y le paro. Me noto fuerte y en mi sitio. Una simple mirada bastó para pararle. ¡Dejadle! Me duele ver a uno de los míos intentando aferrarse a él, pero con él no me atrevo a pararle.

Al tumbarme, siento que ése es mi sitio, nuestro sitio, y al oír el llanto de Ramón noto alivio. Está vivo. Él está vivo. Eso me deja tranquilo. Ya puedo descansar.

 

VICENS OLIVÉ

REPRESENTANTE DEL SEGUNDO SOLDADO REPUBLICANO

Lo primero que rápidamente sentí estando de pie eran unas enormes ganas de ceder al peso de la gravedad, de dejarme caer, pues las piernas me flaqueaban y no me sostenían. Por un momento dudé de si debía seguir esa sensación o no, pues nadie se caía al suelo, y pensé que igual era un rollo mío. Pero al poco rato me dejé llevar por ella y caí, quedando medio recostado, encogido y suelto, en una ni siquiera buena postura de descanso. Ahí quedé con la única conciencia exterior de que había un compañero al lado, también tumbado. A lo lejos oía algunos comentarios, pero sin ninguna forma consciente, era como si todo mi mundo se hubiera reducido a un pequeñísimo espacio. Estaba “muerto”. Lo más impactante para mí fue que me quedé centrado en una sensación en el centro del pecho de dolor vacío de todo, era una extraña sensación, como de una nada dolida y consciente. Anhelaba un gesto de alguien exterior que me tocase, reconociese o agradeciese algo, pero esto no llegaba ni llegó durante todo el tiempo que duró el trabajo.

            Al terminar y levantarme fui recuperando mi tono habitual, pero aún dentro de mí quedó por un largo rato esa sensación de que nadie me vio, ni me honró, ni me agradecieron nada.

 

JAVIER BARÉS

REPRESENTANTE DEL TERCER SOLDADO REPUBLICANO

Lo primero que sentí era una especie de vacío interior. Luego, para mí no tenía sentido de que se estuviese hablando de muertos del bando republicano y de muertos del bando nacional, para mí sólo existía diferencia entre el vivo y el resto que éramos seres iguales (muertos), sin diferencias.

            Tenía ganas de alejarme de allí e irme, mientras a la vez que sentía mi vacío interior, tenía la sensación de estar incómodamente unido por un cordón al ser vivo que estaba en escena, y esto me impedía descansar, alejarme, era incómodo.

            Cuando Bert Hellinger nos hizo tirarnos al suelo a todos los muertos, yo cerré los ojos y seguía sintiendo la incomodidad anterior, hasta que a lo lejos oigo a una mujer llorar (yo no sé a quién lloraba) y de repente me daba paz y me permitía irme. De hecho, mentalmente me fui de allí casi de forma automática. El llanto que oí fue una liberación y un reconocimiento que me hacían falta.

 

JOAN GARRIGA

REPRESENTANTE DEL CUARTO SOLDADO REPUBLICANO

Siento que no puedo quedarme en paz ni concluir mi muerte porque pienso que debería estar muerto él (el representante del padre) y no yo. Como si el hecho de que él estuviera vivo se sostuviera en mi muerte y las de los otros tres de mi bando. Como si nos hubiera traicionado. Siento el deseo de llevarlo hacia nuestro grupo de muertos. Es lo que le corresponde. Pero también siento al imposibilidad y lo absurdo de hacerlo. Me debato entre una ambivalencia de impulsos: llevarlo hacia los muertos o dejarlo en paz, y ninguno me deja conforme, ni tampoco es posible. Trato de estirarlo de su camiseta y oscilo entre estirarlo y soltarlo, aparte de que él hace mucha fuerza para sobrevivir.

            Cuando al final él cae (se tira al suelo), sólo en este momento, yo me quedo en paz. Siento que ha acabado por fin y se reúne con nosotros.

 

FERRAN LACOMA

REPRESENTANTE DEL PRIMER SOLDADO NACIONAL

Me sentí totalmente liberado y con mucha paz al mirar a los de mi bando y los del bando contrario muertos. Sentí que toda la crítica y rabia y la envidia que había sentido por la gente del otro bando cuando estábamos vivos, ahora se había desvanecido y me parecía como un juego de niños todos esos sentimientos de rabia, odio y envidia que tuve estando vivo. ¡Qué maravilla volver a sentir que no hay diferencias de ninguna clase entre los muertos! Todos somos iguales, no hay divisiones.

            Al mirar al hombre vivo, que nos está mirando con mucho dolor y sufrimiento, me dan ganas de llevármelo conmigo para que deje de sufrir y pueda sentir la paz que hay en el mundo de los muertos. Cuando el hombre vivo me cogió para unirme al otro grupo, yo me sentí contento por poderme unir al otro bando y dejar las diferencias de lado.

            A partir de ese momento, mi intención era convencer a los demás muertos y al hombre vivo que se unieran a mi paz, no quería más separación entre los muertos, ni que el vivo siguiera sufriendo, por eso quería llevármelo conmigo y con los demás muertos.

            Cuando nos estiramos todos los muertos en el suelo, fue cuando yo ya pude descansar de querer conseguir la paz entre todos, ya que sentía que todos estábamos juntos y unidos.

 

LUIS FERNANDO CÁMARA

REPRESENTANTE DEL SEGUNDO SOLDADO NACIONAL

Mi experiencia como soldado era que Ramón (el representante del padre) quería unirnos a los dos bandos, pero yo no quería esa unión. Tenía la sensación muy clara de que antes había que arreglar algo que él hizo y tenía que dar cuentas de ello. No se podía pasar por alto algo que había ocurrido.

            Después, cuando eso no se resolvía y llegó la muerte, vi con alivio la lejanía de todo lo que ocurría en el mundo de los vivos. Fue como dejar a un lado la complicación de las venganzas por lo que había ocurrido. Fue un descanso esta muerto.

 

ALFRED GÓMEZ

REPRESENTANTE DEL TERCER SOLDADO NACIONAL

Mi primer sentimiento fue confuso. ¿Qué hago yo aquí?.

Mi cuerpo lo noto tieso y frío, casi no puedo sentir, no me muevo.

A mis compañeros no los veo, pero los percibo. Hay algo que nos une.

Ante mí, otros cuatro hombres. ¿Son los enemigos? No siento ni odio ni amor, pero sí una atracción; me uniría a ellos, iría hacia ellos, pero no puedo dejar el grupo, no me puedo mover, he de estar aquí, quieto, inmóvil.

A mi derecha, entre los dos bandos, un hombre. Nos mira, respira con fuerza. ¿Qué hace ahí solo?  Tú perteneces a un grupo, ¡ves!  Me molesta verlo allí solo, entre medio. Mi mirada se mueve entre el grupo de delante y aquél hombre.

Por fin, nos va cogiendo a los de mi bando y nos lleva al bando de enfrente. Mi corazón late con fuerza. Sin pensar, sin sentir, el cuerpo se mueve solo. Nos cogemos unos a otros, nos abrazamos. Somos unos pocos que nos cogemos. Algunos de mi bando y del otro bando no quieren cogerse, me rechazan, se sueltan, se separan. ¿Por qué?, no lo entiendo. Me siento triste. Los pocos que estamos cogidos, abrazados, nos sentimos unidos, se está bien, es un descanso. Somos todos iguales.

Queremos que aquel hombre solitario se una a nosotros, pero no se deja. Los que estamos unidos en un grupo nos separamos. Ahora es todo confusión. Ya no sé quién es quién. Veo sólo cuerpos que se mueven, unos parece que luchen, alguno está en el suelo, echado, otros no se mueven. Yo quiero acercarme a aquel hombre, pero tengo miedo: me pegará, me gritará. Bajo la cabeza, estoy solo, cada uno está solo. Todo es triste y confuso.

Al suelo, por fin, descanso, paz. Duermo, duermo. Siento la presencia de los otros. Ya no estoy solo. Como en la lejanía, oigo pasos y lloros. Ya no tienen que ver conmigo. Todo está acabado. Está bien así, estamos bien así.

 

PERE CLAVAGUERA

REPRESENTANTE DEL CUARTO SOLDADO NACIONAL

Vivencias:

-         Impulso espontáneo de girarme hacia él, mirándole a los ojos.

-         Sentimiento de rabia contenida.

-         Sensación de inquietud y nerviosismo en todo el cuerpo.

-         Temblor en la pierna izquierda.

-         Mucho movimiento en las manos y dedos, con tensión y con momentos discontinuos de sudor.

-         Impulso de encararme a él con la mirada.

-         Impulso de seguirle por donde fuera con la mirada, con necesidad de distancia entre nuestros cuerpos.

-         Sentimiento de querer y no poder: de querer hostigarle físicamente, y de no poder, porque él físicamente me puede.

-         Impulso en desear el contacto físico cuerpo a cuerpo, e impotencia en no conseguirlo.

-         Impulso de seguir mirándole desde el suelo.

-         Sentimiento de desapegarme de él cuando me giran la cabeza a la izquierda.

-         Sentimiento de relajación de todo mi cuerpo estando con la cabeza girada a la izquierda.

-         Ahora, con la cabeza girada hacia la izquierda, siento tranquilidad y paz.

 

RAMÓN RESINO

REPRESENTANTE DEL PADRE DE ISABEL

Desde que salgo de participante en la constelación me brota una necesidad imperiosa de dar la cara a todo el paisaje humano y mostrarme sin culpa y con cierto reproche de cuánto dolor innecesario nos ocasionamos.

Desde que en mi campo visual aparecen los dos bandos empiezo a reconocer víctimas de mi propio bando que me generan infinita desolación, y si bien empiezo a considerar la presencia del bando opuesto con gran reproche, rápidamente se me personifican con la misma desolación de los anteriores, "los míos", y el sentimiento de desolación y de dolor se va haciendo común por todos ellos y empiezo a sentir que !tratándose de vida o muerte, qué más da del bando que se sea!, !cuánto dolor familiar padecido por los distintos bandos, incluso dialécticos, del propio sistema familiar!, !cuánta sangre de los distintos bandos de un mismo río humano!: tratándose

de vida o muerte no puedo seguir valorando la posición; ya que están muertos, los reconciliaré, aunque sea dentro de mi corazón, aglutinándolos dentro de una misma fosa, para que siquiera después de la muerte puedan descansar en paz en un mismo bando; me surge una fuerza imperiosa de aglutinarlos en una misma sepultura y que siquiera la muerte los reúna en el mismo lecho. Empiezo a acarrear a cada uno de ellos con los otros, y cuál es mi sorpresa que a los que primero reconocí como de mi bando se oponían a trasladarse para la reunificación; fueron los del bando opuesto los que primero aceptaron aglutinarse; después de trasladar al tercero de los opuestos, sentí que daba igual no trasladarlos a todos, pues después de la muerte, qué más daba dónde se reposaran, si en mi corazón ya estaban unificados, y desistí de trasladar cadáveres. En este intento y justo cuando

desisto, hay cadáveres que me quieren atrapar con ellos e incluso arrebatándome a los del bando opuesto, lucho y los abandono con su muerte, no dejándome atrapar, y ahí aparece el horizonte de mi hija, mi descendencia.

Soy capaz de mostrarme con una guerra a cuestas, me avergüenza, me consuelo en ellos después de mostrar la limpieza de mis manos y la victimización de mi inocencia; es cuando percibo la alegría del camino de mi prole, cuando siento que puedo descansar en paz y retirarme con los que compartimos fechorías anteriores, esperanzado que los míos no las necesitarán.

Cuando muero conecto con una muerte dulce y reposada que para todos la quisiera y para mí aún hoy día la imploraría.

            Muy agradecido al padre de aquella paciente, a Bert Hellinger y al Institut Gestalt por darme la oportunidad de conectar con la fragmentación de mi corazón y la pequeñez de mi bando, pudiendo hoy disfrutarlo curativamente desde las posibilidades de reunificación que aguarda.

 

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